30 de septiembre de 2013

LA MISMA CIUDAD de LUISGÉ MARTÍN



El día 10 de septiembre de 2001, Brandon Moy se encontró en Nueva York con un antiguo amigo que le hizo recordar todos aquellos sueños que habían compartido en la juventud y que él nunca había cumplido. Moy tenía una esposa a la que amaba, un hijo ejemplar, un apartamento envidiable en Manhattan y un trabajo de éxito, pero al recordar todo lo que había querido hacer en la vida sintió que había fracasado. A la mañana siguiente de ese encuentro, mientras él iba camino de su trabajo en las Torres Gemelas, los aviones de Al Qaeda las derribaron. Brandon Moy creyó que el destino le ofrecía una segunda oportunidad. La misma ciudad es la historia de esa segunda oportunidad. La historia de Brandon Moy en busca de sí mismo a lo largo de una geografía a veces tenebrosa. Un viaje a través de lo ilusorio de los sueños y del valor de la aventura como fuente de riqueza existencial.  


Lo primero que sorprende de este libro, y que resultó un tanto conflictivo en su lanzamiento, es la imagen de la portada escogida para ilustrarla. Concretamente una foto archiconocida en la que ve una persona cayendo boca-abajo teniendo como fondo una de las torres del World Trade Center de Nueva York, durante los atentados del 11-S. Considero que la temática del libro justifica la elección de la instantánea, sin embargo consciente de la controversia de la imagen durante recientes vuelos de avión que he realizado he intentado deliberadamente ocultar la cubierta mientras leía.

El tema es interesante ya que plantea una situación que a mucha gente le pasa por la cabeza, la idea de volver a empezar, de desear lo que no conocemos o que conocemos a través de algún conocido, el cual es más que probable que haya adornado su realidad, no tanto para producir envidia sino para reafirmar la idealidad de su vida ante sí mismo. Sin embargo en esta ocasión creo que nuestro protagonista no está cambiando de vida, sino que está huyendo de la suya sin una idea concreta de hacia dónde dirigirse, dejando que sea el azar y la casualidad las que dirijan sus pasos sin ningún tipo de orden, renunciando de esta manera a cualquier responsabilidad sobre su destino.

Personalmente siempre estoy a favor a que cada persona elija su destino y persiga sus sueños sin resuello, sin embargo hay un tiempo para todo, porque cuando se tienen responsabilidades dichos cambios si suponen abandono o sufrimiento de las personas con las que se han adquirido responsabilidades no son admisibles. Pero dichos cambios, aunque no consigamos todo lo propuesto, nos aportarán experiencias vitales que posiblemente nos permitan una amplitud de miras en las decisiones a tomar. 

Me ha parecido curioso la utilización de la ciudad de Nueva York en esta historia, ya que conozco historias de libros y reales en la que la gran manzana ha protagonizado ambos papeles, el papel de ciudad de la que huir y la ciudad a la que huir, una ciudad que atrae… y si te descuidas te devora y despedaza. Sin embargo el autor escogió el punto más débil de la ciudad, utilizando la herida abierta en el corazón de Manhattan, como punto de partida y de ruptura.

La calidad de su narrativa es comparable a la profundidad del texto, describiendo de forma precisa los sentimientos del protagonista, dejando abierta la posibilidad de interpretaciones. El argumento es fácil de seguir, sin embargo la riqueza del texto ofrece una posibilidad de lectura en varios niveles, consiguiendo percibir más información de la que las palabras nos ofrecen.

La recomendación es positiva y la reflexión que la lectura de este libro nos produce no tiene precio, haciendo reflexionar sobre nuestra propia existencia y objetivos, algo muy necesario de hacer de vez en cuando. Lectura y reflexión un tándem perfecto. 


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