2 de abril de 2008

1984




Los motivos que me llevan a escribir sobre esta novela, que no es precisamente una novedad editorial, son los siguientes:



  1. Aclarar conceptos sobre la expresión “Gran Hermano”, para aquellos que desconocieran o tuvieran poco claro su origen (que, aunque parezca mentira, los hay y muchos).


  2. Efectuar un pequeño y particular homenaje a la lucidez de un escritor como George Orwell y a una novela como esta, que describe como pocas los mecanismos del poder.


  3. Hacer que las palabras “Gran hermano” aparezcan en este blog, aumentando el conteo de navegantes que lo visitan en busca de calenturientas y escabrosas noticias televisivas, y ofreciéndoles a cambio una valiosa información cultural, en caso de que la desconocieran.

El Gran Hermano es el personaje central de 1984 (aunque no es el protagonista, que este es Winston Smith, un funcionario del Ministerio de la Verdad, insatisfecho con el sistema, que acaba aprendiendo de primera mano porqué ese sistema funciona tan bien). Este Gran Hermano es el rostro de una persona, que encarna al estado todopoderoso y omnipresente que todo lo controla y vigila. Su rictus severo, aunque en cierto modo tranquilizador, suele aparecer en los carteles propagandísticos y en las telepantallas, esos siniestros aparatos controlados por la temible Policía del Pensamiento, presentes en todos los rincones y que sirven tanto para emitir constantemente su inmutable imagen, soflamas del Partido, noticias del frente o datos (falsos) sobre los aumentos de producción en las fábricas, como para captar los movimientos y las actitudes de los ciudadanos (hay que tener cuidado; nunca sabes cuando te pueden estar vigilando). Probablemente, más que una persona real, el Gran Hermano no sea más que un icono propagandístico, una cara que ponerle al “colectivismo oligárquico” del Partido.

La novela 1984 es una antiutopía. Una monstruosa caricatura del camino al que puede conducirnos el afán de poder. Porque es el poder el tema central de esta obra, y su mayor mérito la descripción de unos mecanismos inhumanos que permiten obtenerlo y, sobre todo, conservarlo. Es a través de estos mecanismos como se consigue detener el curso de la historia. Gracias a ellos, la historia de toda sociedad habida ya nunca más habrá sido, si es que alguna vez lo fue, la historia de su lucha de clases. El Partido gobernante ha conseguido, no ya el acceso al poder, sino, lo que es verdaderamente importante, perpetuarse eternamente en él.

Por último, destacar que la novela es una feroz crítica al estalinismo (la imagen de unos gigantescos ministerios alzándose sobre la ciudad contribuyen a atestiguarlo), si bien parece extensible a cualquier otra forma de régimen totalitario, sin descartar desde luego al III Reich. Esa crítica parece más clara en otra novela de George Orwell (Rebelión en la granja), aunque no se debería a partir de estos datos, encasillar a este escritor en una ideología determinada, que creía más bien en un socialismo libre, completamente alejado del INGSOC que describía en la novela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me lo tendré que leer, lo reconozco, pero habrá que ponerlo en la pila de libros y pillarlo cuando esté con la moral alta, y es que lo que asusta de estos libros, es encontrar demasiados parecidos entre la ficción que presenta y la realidad.
Ya contaré qué tal.
Saludos, gente.

Yomisma.

Andres Moreno dijo...

ole y ole, pedazo comentario compañero. Realmente bueno, una lectura a tener muy en cuenta.

Saludos

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